La NASA cree que este cráter es el mejor lugar donde buscar vida en Marte
Tras más de cuatro años de debate, un antiguo lago de cráter
ha resultado ser el mejor lugar de aterrizaje para el róver Mars2020.
Cuando la NASA envíe su próximo róver a Marte en 2020, lo
dirigirá a una pequeña franja del paisaje marciano cerca del cráter Jezero. El
lugar de aterrizaje, anunciado hoy y seleccionado por Thomas Zurbuchen,
director adjunto de Dirección de Misiones Científicas de la NASA, alberga un
delta fluvial fosilizado que se formó con el flujo de agua hacia un antiguo
lago de cráter.
El lugar «ofrece un terreno geológicamente rico con
formaciones que se remontan a 3.600 millones de años y podría responder a
preguntas importantes sobre la evolución planetaria y la astrobiología»,
declaró Zurbuchen durante una conferencia de prensa.
«Obtener muestras de esta zona única revolucionará nuestra
forma de pensar en Marte y su capacidad para albergar vida».
A diferencia de la mayoría de róvers y aterrizadores
marcianos de décadas anteriores, la misión del robot de 2020 consistirá en
hallar pistas de condiciones cálidas y acuosas pasadas y también iniciar la
búsqueda de vida. Lo hará recopilando y almacenando muestras de rocas marcianas
para que una futura sonda las recupere y las transporte a la Tierra, y buscará
las huellas distintivas de la biología en las rocas que encuentre.
«Queremos buscar pruebas de posible vida antigua en Marte y,
en segundo lugar, queremos buscar una diversidad de tipos de rocas con las que
explorar la historia y la evolución de Marte», afirma Ken Farley, científico
del proyecto Mars2020.
Basado róvers pasados
El anuncio llega tras unos tensos días finales previos a que
la NASA intente enviar una nave diferente al planeta rojo. Dicha misión,
llamada InSight, empleará un aterrizador fijo para reconstruir una imagen del
interior de Marte empleando ondas sísmicas, lo que deberían ayudar a los
científicos a entender la formación y la historia pasada del planeta.
Aunque hoy Marte es un desierto tóxico y seco, el planeta
era más cálido y estaba cubierto de mares líquidos. Durante casi mil millones
de años, mientras su núcleo se revolvía y producía un campo magnético protector,
Marte podría haber sido uno de los lugares más favorables para que la vida tal
y como la conocemos se estableciera y prosperara.
El problema es que hallar pruebas de vida pasada en un mundo
extraterrestre, sobre todo si la vida extinta es microscópica, no es
precisamente fácil, pero es lo que intentará hacer el róver de 2.400 millones
de dólares en 2020.
El Mars2020, de diseño similar al róver Curiosity, que se
estableció en el cráter Gale en 2012, será un vehículo de seis ruedas de
propulsión nuclear capaz de atravesar una miríada de terrenos. Al igual que el
Curiosity, el róver deberá sobrevivir a un aterrizaje duro que, de nuevo,
implicará un dispositivo denominado Sky Crane, pero el aterrizaje debería ser
algo más fácil por las actualizaciones de dicha tecnología. Si todo sale según
lo planeado, el róver aterrizará en Jezero el 18 de febrero de 2021.
Una difícil decisión
Los científicos han debatido dónde enviar el siguiente róver
marciano durante más de cuatro años, comenzando con 64 emplazamientos y
reduciéndolos a tres: el cráter Jezero, donde había ríos que fluían y salían de
un lago de cráter; Syrtis Noreste, donde sistemas hidrotermales enterrados
empujan rocas antiguas a la superficie; y Columbia Hills, un terreno moldeado
por aguas termales que el róver Spirit exploró entre 2004 y 2010.
Durante un tiempo, parecía que Jezero y Syrtis Noreste
estaban empatados en términos de interés científico: ambos lugares aportaban el
tipo adecuado de roca antigua de la que tomar muestras para buscar pruebas de
vida pasada. Pero a principios de este año, cuando los científicos iniciaron el
proceso de selección final, apareció una cuarta posibilidad.
El emplazamiento, ubicado a medio camino entre los dos
aspirantes principales, contenía algunos de los rasgos hidrotermales antiguos
que daban atractivo a Syrtis Noreste y estaba lo bastante cerca del cráter —a
unos 24 kilómetros— como para que un róver pudiera visitar ambos. Los
científicos lo llamaron Midway, un nombre no muy creativo.
A finales de octubre, durante la última de varias reuniones
que celebraron los científicos para debatir los lugares de aterrizaje, Jezero,
Syrtis Noreste y Midway estaban igualados en una votación no vinculante. La
decisión quedó en manos de Zurbuchen, que la tomó basándose en la misión
primordial, algo que no ha sorprendido a nadie.
«Creo que hay menos desacuerdo sobre el valor de estos
lugares frente a lo que hemos vivido en el pasado, como en la selección del
Curiosity», afirma Joe Michalski, de la Universidad de Hong Kong.
Pero eso no significa que la decisión guste a todo el mundo.
«El hermoso delta de Jezero nos ofrece la oportunidad de
buscar vida tal y como la conocemos en la Tierra. Fuera del cráter, tenemos la
oportunidad de buscarla como si existiera en Marte, bajo tierra», afirma
Bethany Ehlmann, de Caltech, que también es exploradora emergente de National
Geographic. «Lo que será realmente importante es que el Mars2020 opere de forma
eficiente para recoger muestras de Jezero y que después salga del cráter hacia
la fuente de sus sedimentos».
La vida lacustre marciana
Jezero, de 48 kilómetros de diámetro y unos 490 metros de
profundidad, es el emplazamiento de un antiguo lago de cráter (su nombre
significa «lago» en serbio) repuesto por ríos que depositaban agua y sedimentos
en la cuenca.
Los científicos sospechaban que la cuenca estuvo llena de
agua durante casi 500 millones de años, basándose en observaciones desde la
órbita que revelaron una serie de minerales que solo se forman ante la
presencia de agua. Además, hay otros materiales vinculados a la vida tal y como
la conocemos, como el carbonato, y arcillas denominadas esmectitas que podrían
aferrarse y secuestrar compuestos orgánicos.
Y lo que quizá sea más cautivador: un delta fluvial relicto
se despliega en el límite occidental del cráter, alimentado por una cabecera
justo fuera del cráter.
«Los lagos terrestres son muy habitables y están
inevitablemente habitados», afirma Farley. «Un delta es perfecto para preservar
biomarcadores, cualquier prueba de vida que pudiera haber existido en el agua
del lago, o en la interfaz entre el sedimento y el agua del lago, o
posiblemente cosas que vivían en las cabeceras, arrastradas por el río y
depositadas».
El Mars2020 supone la primera ocasión en que la NASA se
plantea seriamente traer a la Tierra muestras de rocas marcianas. Y aunque ese
plan implicará miles de millones de dólares más y al menos otra nave espacial,
los científicos se toman este reto muy en serio. Al fin y al cabo, nadie quiere
enviar un robot a un viaje interplanetario solo para recopilar basura inútil.
Para tal meta, el róver transporta decenas de tubos que
empleará para tomar muestras de rocas; cinco de ellos son de repuesto y los 37
restantes están listos para llenarlos. Si todo va según el plan que todavía se
está determinando, el róver de 2020 almacenará estos tubos para que una futura
nave los ubique y los recupere, algo que Zurbuchen cree que podría ocurrir a
finales de la década de 2020.
Y entonces, cuando tengamos fragmentos de Marte en la
Tierra, los científicos podrán empezar a inspeccionarlos en busca de pruebas de
vida extraterrestre, tanto la que conocemos como la que no conocemos.
«Nos centramos en buscar vida terrestre en Marte, pero Marte
no se parece a la Tierra en determinados aspectos fundamentales», afirma
Michalski.
Adius. Hasta la Próxima.
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