Hallan los ingredientes necesarios para la vida en Encélado, la luna de Saturno



Los datos de la sonda Cassini sugieren que este mundo podría ser el mejor lugar más allá de la Tierra para albergar vida tal y como la conocemos.

En Encélado, la pequeña luna de Saturno, fuentes perpetuas de agua de un mar alienígena expulsan todo tipo de material curioso al espacio: agua, sal, sílice e incluso compuestos simples ricos en carbono salen disparados al vacío, muchos de ellos los ingredientes para la vida tal y como la conocemos.

Recientemente, los científicos que trabajan con datos de una sonda muerta han descubierto algo que posiblemente sea más intrigante: compuestos orgánicos complejos que contienen cientos de átomos dispuestos en anillos y cadenas. Estas son las moléculas orgánicas más complejas halladas hasta ahora en Encélado y —lo sentimos, Europa— convierten a la luna en el lugar más prometedor de nuestro sistema solar donde buscar vida más allá de la Tierra.

«Lo que sabemos hoy nos revela que Encélado es un objetivo destacado donde buscar vida y que podrían existir microbios en ese océano en la actualidad», afirma Jonathan Lunine, de la Universidad de Cornell.

Los chorros helados que expulsa Encélado, descubiertos por la sonda Cassini a finales de 2005 mientras exploraba Saturno, fueron una sorpresa para la mayoría de científicos. Esos chorros, que salen de fisuras de la región polar sur, contienen agua de mar de un océano global atrapado bajo la capa congelada de la luna. Con los años, los científicos han podido estudiar esos chorros y calcular la salinidad y acidez del océano, identificar los compuestos orgánicos expulsados, como el metano, y determinar que las fuentes hidrotermales del lecho marino aportan calor y energía.

Pero estas moléculas complejas detectadas recientemente suponen un giro esta historia y plantean preguntas sobre si son obra de procesos químicos inertes o una señal que apunta a posible vida extraterrestre.

«No podemos responder a la pregunta del millón, pero sin duda demuestra que algo ocurre aquí, que esa química orgánica compleja está ocurriendo y que podemos estudiarla desde el espacio», afirma Frank Postberg, de la Universidad de Heidelberg, autor principal del estudio que describe los resultados en la revista Nature.

«La luna expulsó su inventario orgánico en altas concentraciones a la sonda Cassini. Es un hallazgo espectacular».

Detector de polvo
Aunque Cassini puso fin a su exploración del sistema de Saturno zambulléndose a propósito en el planeta anillado el pasado septiembre, el enorme conjunto de datos acumulado por la sonda está lleno de tesoros que aguardan ser descubiertos.
 
Entre los datos se encuentra la información reunida por Cassini mientras volaba cerca del anillo E del planeta. Este anillo fino y diáfano está compuesto de polvo y hielo expulsados de Encélado. Mientras Cassini sobrevolaba el límite del anillo E, algunas de sus partículas colisionaron con un instrumento a bordo diseñado para estudiar específicamente el polvo cósmico y aportar información sobre sus ingredientes.

Postberg y sus colegas decidieron analizar los datos recogidos durante los sobrevuelos del anillo E, entre 2004 y 2008, cuando el instrumento estaba menos contaminado por el polvo interplanetario de otras partes del sistema solar. En 15 intervalos distintos, la sonda recopiló y estudió unas 10.000 partículas de polvo. Postberg y sus colegas identificaron en aproximadamente un uno por ciento de las mismas las señales de compuestos orgánicos complejos.

«Fue un problema al estilo aguja en un pajar», afirma.

Estas grandes moléculas ricas en carbono, aferradas a granos de agua helada expulsados de Encélado, habían sido lanzadas al espacio y aguardaban la llegada de Cassini para recogerlas al impactar con ellas. Es más, es probable que estos grandes compuestos sean los fragmentos de moléculas aún más grandes que podrían pesar miles de unidades de masa atómica, según Postberg.

Una película flotante
Es la primera vez que se identifican este tipo de moléculas orgánicas complejas en Encélado. Previamente, Cassini había detectado moléculas gaseosas más ligeras como metano y etano, que contienen uno o dos átomos de carbono y un puñado de hidrógenos; estas moléculas pesan unas 15 unidades atómicas.

Pero las nuevas moléculas detectadas pesan hasta 200 unidades atómicas y contienen entre siete y 15 átomos de carbono, varios hidrógenos, así como nitrógeno y oxígeno.

«Aunque ya habíamos hallado moléculas complejas fuera de la Tierra, esta es la primera ocasión en que se detectan saliendo de un océano de agua líquida», afirma Morgan Cable, del JPL de la NASA, que busca vida en lugares improbables de la Tierra.

«Muchas grandes moléculas orgánicas no son estables en agua líquida durante largos periodos de tiempo, de modo que la siguiente pregunta que nos haremos es de dónde vienen estas moléculas orgánicas».

Postberg y sus colegas creen que es probable que las moléculas orgánicas complejas suban hasta la parte superior del océano sepultado de la luna y acaben flotando en una capa cerca de zonas donde sale agua de las fisuras en el polo sur. Allí, se adhieren a los fragmentos de hielo que las burbujas que emergen desde el lecho marino a la superficie expulsan al espacio.

«Nuestros océanos tienen una fina película de moléculas orgánicas flotando en la superficie —como una “marea negra”, pero hecha de vida y sus derivados— que cubre una gran parte del océano», afirma Cable. «Ahora parece que Encélado también la tiene. Pero ¿está hecha por la vida?».

A la espera de volver
Pese a resultar tentadora, esta sopa de compuestos ricos en carbono no es una indicación de que exista vida extraterrestre. Muchos procesos podrían haber elaborado dichas estructuras en ausencia de metabolismos extraterrestres.

«¿Las genera un proceso abiótico en el fondo del océano, donde se unen la roca y el agua, o son los productos residuales de microbios? Esa es la cuestión, con C mayúscula», afirma Lunine.

Fundamentalmente, la sopa molecular indica a los científicos que el entorno bajo la capa de hielo de Encélado es capaz de albergar procesos químicos extremadamente complejos. Todavía se desconoce si esas reacciones son completamente independientes de la vida y solo las generan la química y la geología, si forman parte de una mezcla prebiótica a partir de la cual podría emerger la vida, si están construyendo microbios alienígenas o si son los residuos de formas de vida extraterrestres que ya viven en el mar de Encélado.
«Deberíamos intentar volver a Encélado lo antes posible», afirma Lunine. «Nos está esperando. No va a ir a ninguna parte, y piensa en toda esa posible caca microbiana que podría expulsar al espacio y analizarse».

Los instrumentos necesarios para responder a estas preguntas ya existen, lo único que hace falta es regresar. Una misión como esa, diseñada por Lunine y sus colegas y denominada Enceladus Life Finder, podría volar en el futuro próximo. Pero la NASA se ha negado a financiar el proyecto.

Sin embargo, pronto se enviará una flota de sondas para explorar otro mundo con un océano gélido: Europa, que orbita alrededor de Júpiter. Los científicos todavía no saben qué tipo de procesos químicos tienen lugar en ese mar extraterrestre, o si los ingredientes necesarios para la vida tal y como la conocemos son igualmente abundantes.

Por ahora, Encélado tendrá que esperar. Y también los científicos, que seguirán esperando que algún día no necesiten extraer datos de archivo para responder a una de las preguntas más apremiantes de la humanidad y, en lugar de ello, explorar este prometedor objetivo astrobiológico para que revele sus secretos en tiempo real.
Adius. Hasta la Próxima.


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